La vida en cualquier momento

Desde hace semanas estamos viviendo momentos de enorme incertidumbre y dificultad. Episodios duros, inauditos para la gran mayoría de nosotros. Nos cuesta entender cómo hemos podido llegar a esta situación. Cómo nos ha podido pasar a nosotros. Pero aquí estamos.  

Nos encontramos ante una crisis global cuyas repercusiones todavía desconocemos. Pero también podríamos ver a esta terrible e indeseable situación como la vida en cualquier momento, es decir, la vida manifestándose tal cual es más allá de nuestras expectativas de cómo debería ser. La realidad mostrándonos nuestra incapacidad para tenerlo todo bajo control sacudiéndonos con diferentes circunstancias que no estaban en el guion. Situaciones tan cotidianas para muchas personas como podrían ser un despido, el diagnóstico de una grave enfermedad, el cierre de un negocio… o incluso la guerra o la hambruna. Pero quizás seamos de los afortunados a los que hasta ahora nada de esto les había tocado mientras pasábamos por la vida como si nada: muchos de nosotros completamente desconectados de los demás, de lo verdaderamente importante, persiguiendo nuestros deseos egocéntricos y escapando de nuestros miedos de manera inconsciente. Parece que hemos olvidado que la impermanencia es la verdadera naturaleza de todas las cosas. Que la enfermedad, el envejecer o la pérdida forman parte de la vida y que no podemos escapar de ello.  

Sin duda esta crisis está llevando al límite a todo nuestro sistema. Nos está mostrando sus carencias, sus limitaciones e inevitablemente lo forzará a que cambie y se transforme. Pero por supuesto, a nivel individual, también está haciendo lo mismo con cada uno de nosotros. La actual situación nos irá mostrando (si no lo ha hecho ya) los límites de nuestro “sistema interno” y si no lo gestionamos, nos pondrá contra las cuerdas. Debemos aprovechar esta situación como una oportunidad para tomar consciencia del enorme papel que jugamos en medio de la adversidad para transformarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno.   

Si aceptamos esto, tal vez podamos comenzar por mirar qué está sucediendo dentro de nosotros ahora mismo. Mientras asistimos a una guerra silenciosa contra un enemigo microscópico podemos detenernos y observar la batalla que tal vez se esté librando en nuestro interior. Para muchos de nosotros el principal enemigo en esta crisis no es el COVID-19, sino nuestro miedo y nuestra resistencia a lo que está pasando, es decir, nuestra dificultad para aceptar esta situación y sus consecuencias.   

Hoy más que nunca debemos conectar con nuestro corazón y nuestra vulnerabilidad. Abrazar fuertemente nuestros miedos y no dejar que estos nos gobiernen. El miedo nos separa, nos atrinchera. Crea barreras artificiales que debemos romper. Precisamente, ese atrincheramiento, velando únicamente por nuestros intereses individuales, nos condujo a una crisis económica, social y ecológica en la que todavía estamos inmersos. De entre las muchas consecuencias de aquella crisis podemos ver un sistema sanitario cada vez más precario que acentúa la grave situación actual o una frágil flexibilidad laboral detrás de la que en muchos casos está la necesidad de control y la cultura del presentismo. Conceptos como la autogestión en las organizaciones son, todavía hoy, ciencia ficción.

Nos dejamos llevar por el miedo de manera inconsciente porque creemos que si él nos guía estaremos a salvo, que nada nos puede pasar, y paradójicamente acabamos regando aquellas semillas que justamente nos enferman como sistema. Está en nuestra mano responsabilizarnos y trazar una línea hacia el futuro en la dirección de nuestros valores y de un propósito colectivo más allá del miedo.

Este miedo se manifiesta de diferentes maneras y una muy habitual la constituye nuestra resistencia a lo que está pasando. La realidad nos está imponiendo un cambio, pero realmente ninguno de nosotros quiere cambiar. Solo deseamos que esto pase pronto y que las cosas vuelvan a ser como antes (algo que ya parece poco probable). En muchos casos la resistencia puede aparecer ante el simple hecho de estar confinados en casa: podemos ver cómo esta situación afecta a nuestro estado emocional o cómo algunas personas salen a la calle saltándose el estado de alarma. Pero sin duda la verdadera prueba de fuego tendrá lugar cuando volvamos a salir ahí fuera y nos topemos con un nuevo escenario hasta ahora desconocido.

La resistencia ante la realidad genera un enorme desgaste y sufrimiento. Es una manera irracional de luchar contra aquello que no podemos cambiar. Es tratar de incidir en aquellas variables de la ecuación que no dependen de uno mismo. El antídoto contra la resistencia es la aceptación. Aceptar supone dejar de luchar contra lo que no controlo para centrarme única y exclusivamente en aquello que sí o sí depende de mí. Por ejemplo, en estos momentos no puedo cambiar nada de lo que está pasando fuera, pero sí puedo responsabilizarme de mi actitud ante lo que está pasando. Pero aceptar no siempre es fácil y en muchos casos suele confundirse con la resignación. Este último caso sería hacer menos de lo que puedo hacer sin responsabilizarme siquiera de lo que estoy sintiendo o de mi actitud ante lo que me ocurre. La resignación nos victimiza ante unas circunstancias indeseables con las que no hay nada que hacer más allá de “resistir pasivamente”.

Muchas veces la aceptación llega solo tras un dilatado proceso de sufrimiento. Quizás el camino pueda ser menos largo y dificultoso si añadimos comprensión, entendimiento de lo que significa estar vivo en este mundo y del papel protagonista que podemos asumir ante la adversidad.   

Nos quedan por delante muchas semanas de incertidumbre y dificultad. Quizás este sea un buen momento para recordad que la vida es una gran maestra y que los momentos difíciles son precisamente lo que necesitamos para liberarnos de lo que nos mantiene atrapados. Lo que precisamos para abrir nuestra mente y nuestro corazón más allá de nuestros límites. Solo la suma de individualidades más conscientes y responsables podrá generar el cambio y la transformación que necesitamos para avanzar como sociedad. En nuestra mano está aprovechar esta oportunidad.

 

Manuel Darriba – Cofundador de Koesencia

Por |2020-03-21T16:52:02+00:00marzo 21st, 2020|Categorías: Resiliencia y adaptación al cambio|0 Comentarios

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